Nadie lo sabe con certeza: si saldrá, si quedará, a dónde irá, cómo será. Es una inseguridad tremenda y, de repente, toda esta tierra en la que viven comienza a tener “dueños”, dueños que no son ellos mismos que viven allí: alguien paga un impuesto a la propiedad como una forma de reclamar ese espacio y luego las amenazas crecen, se oye por las esquinas de las calles – El quilombola es un ladrón de tierras, y se cae así en una flagrante contradición, porque quién llegó primero fueron los negros, así como los pueblos indígenas en otros lugares, pero siempre es así: el invasor es otro.
Esta es una historia del reportaje: “¿Qué pasa realmente en la Amazonía?”
INTRODUCCIÓN
Parte 1 (página central): ¿Qué pasa realmente en la Amazonía?
Parte 2: ¿Quién se ve favorecido con las respuestas de Bolsonaro a los incendios?
Parte 3: El “ganar-ganar” de las empresas con la financiarización de la naturaleza
Parte 4: Por fin, ¿quién está detrás de estos crímenes?
HISTORIAS
1) El asedio explicado en un mapa
2) Un puerto atrapado por el río
3) [usted está aquí] Antes de que el puerto llegue (si llega), ya han llegado los impactos
4) Centro de sanidad y escuela quilombola: la lucha cambia la vida
Hoy, en Pérola do Maicá, el barrio donde se instalará el puerto de Embraps, se vive con miedo. Hay siempre que estar atento, especialmente en un momento político en el cual el presidente de la República es abiertamente racista: ya ni le importa esconderlo, e incluso aquellos que tienen el deber institucional de defender los derechos de la población negra afirman absurdos como – El Brasil tiene un racismo fake. El verdadero racismo existe en los Estados Unidos. Los negros de aquí se quejan porque son estúpidos y están mal informados por la izquierda. Son tiempos realmente raros, quizá el puerto de Embraps, y otros de la región de Maicá, ni siquiera salgan adelante: pero el daño que trae llegó con mucha anticipación, ya están allí, y Lídia de Matos Amaral, 38 años, de la comunidad quilombola Pérola do Maicá, es quien nos lo cuenta:
Ella ya estuvo en regiones donde se construyeron puertos. Y las historias son muy similares a las que ella, sus compañeras y compañeros quilombolas así como sus vecinas y vecinos del barrio viven hoy – Es muy complicado. La violencia se triplicará, cambiará todo el estilo de vida pacífico que tenemos aquí. Hablan de compensaciones: los empresarios piensan que el dinero puede comprar todo, pero ¿cómo se compensa un modo de vivir que fue destruído? ¿una tradición olvidada? ¿una conexión con la tierra desecha? Incluso lo poco que prometen, el supuesto desarrollo y progreso, puestos de trabajo, también es mentira, es solo observar cuántas mega empresas ya han destruido diversas comunidades brasileñas. Seguimos sin conquistar el desarrollo, no hemos progresado – Mira el puerto de Cargill: ¿dime cuántas personas de Santarém trabajan allí?, y quizás el puerto de Cargill, que fue instalado de manera irregular sin respetar los procesos de concesión de licencias sin preocuparse con la comunidad local y que destruyó la playa de Vera-Paz, un antiguo lugar turístico y zona de ocio de Santarém, debería servir de ejemplo (para recordar las irregularidades de Cargill acceda: aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí): porque es así, y no como dicen las falsas promesas de empresarios y gobiernos. Esas promesas son ilusorias. Lo es concreto es la destrucción – Somos nosotros que quedamos con las pérdidas, bien sabe Lígia que ya vio esto pasar en otros lugares. En efecto, ahí está el puerto de Cargill para recordarnos cómo el capitalismo realmente lleva a cabo sus “desarrollos”.
Valda, también lo sabe
[y no por nada otra mujer, Lígia también lo sabe – Las mujeres están en primera línea, ofrecen sus rostros y sufren muchas represalias. Por esto tenemos que fortalecernos. La defensa del territorio es también una defensa de los cuerpos, los cuerpos de los demás, de las hijas y los hijos, es una conexión profunda, axé – Muchas de las mujeres que conocí ya no están aquí (el patriarcado dejó su mensaje) – Pero nos arrancan una y nacen cinco más, todavía más fuertes, que continuarán con esta lucha cruel y desigual.]
Valda es Valdeci Oliveira Sousa, de 52 años. Ella es parte de la CPP (Comisión Pastoral de Pesca) y es presidenta de la asociación de residentes de Pérola do Maicá. Ella también ya siente los impactos del puerto de Embraps – Sentimos este impacto desde hace cinco años, justo cuando nos enteramos de la existencia del proyecto: todo cambió, desde lo más básico, como convivir con los vecinos; los conflictos han aumentado, ahora existe desconfianza entre los líderes, se ha roto la armonía. De repente, nacieron nuevas organizaciones vecinales – siempre hay personas que quedan encantadas con las falsas promesas de dinero y “desarrollo”. Son hechas para facilitar la entrada del proyecto en las comunidades, el veneno gotea a través de las arterias del vecindario, por las calles pequeñas y hechas de arcilla, que luego serán ampliadas, aunque para ello tengan que pasar por encima de las casas. Si la construcción del puerto sale, familias enteras serán desahuciadas, en el vecindario y en el quilombo, y nadie sabe para dónde van.
Además, las políticas públicas para el vecindario fueron bloqueadas: hace años que el barrio es olvidado, un proceso lento y doloroso de expulsión – Ellos quieren que salgamos de aquí, así que no hay más infraestructura, no hay inversión, tuvimos mucha dificultad el invierno pasado [que es la temporada de lluvias, diciembre, enero, febrero, cuando es verano en la mayor parte de Brasil], las calles están llenas de agujeros y los autobuses tienen horarios reducidos, ese es el mensaje – Si no quieren salir? Tendrán que sufrir.
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Lea también las partes 2, 3 y 4 de la introducción:
– ¿Quién se ve favorecido con las respuestas de Bolsonaro a los incendios?
– El “ganar-ganar” de las empresas con la financiarización de la naturaleza
– Por fin, ¿quién está detrás de estos crímenes?
Y las historias:
– El asedio explicado en un mapa
– Un puerto atrapado por el río
– [usted está aquí] Antes de que el puerto llegue (si llega), ya han llegado los impactos
– Centro de sanidad y escuela quilombola: la lucha cambia la vida