El viaje fue largo, entre Santarém y Alenquer. Son dos horas en ferry y otras tres o cuatro horas por carretera, parte en asfalto y otra en tierra. Durante este trayecto Toto, un hombre silencioso y Mara, una mujer a la que gusta hablar, aprovecharon la oportunidad para contar algunas historias que vivieron, él como ex presidente y actual vicepresidente del Sindicato de dos trabajadores rurales, agricultores y agricultores familiares de Alenquer (STTR-ALQ), y ella como la presidente de la organización. Todas las historias contadas tienen un eje en común: destacan la importancia del sindicato para garantizar la conquista de los derechos, los servicios de asistencia técnica y la seguridad de los trabajadores rurales.
Esta es la última historia del reportaje: “¿Qué pasa realmente en la Amazonía?”. Vea el contenido ya publicado en:
Parte 1 (página central): ¿Qué pasa realmente en la Amazonía?
Parte 2: ¿Quién se ve favorecido con las respuestas de Bolsonaro a los incendios?
Parte 3: El “ganar-ganar” de las empresas con la financiarización de la naturaleza
Parte 4: Por fin, ¿quién está detrás de estos crímenes?
Y las historias de resistencia:
1) El asedio explicado en un mapa
2) Un puerto atrapado por el río
3) Antes de que el puerto llegue (si llega), ya han llegado los impactos
4) Centro de sanidad y escuela quilombola: la lucha cambia la vida
5) Curuaúna por un lado, soja. Del otro, más soja
6) El rostro impreso en la camisa
7) La noche de las motos
8) [usted está aquí] Con organización, todos lo luchan
Alenquer es un pueblo pequeño, con poco más de 50 mil habitantes. Y es inestable: los alcaldes no tienen costumbre de completar sus tiempos de mandato. La alcaldía interrumpida ya se ha convertido en una tradición. Ese mismo día, mientras Totó y Mara nos contaban historias, el presidente de la Cámara de Vereadores asumió el cargo de alcalde, otro giro en la política local. Pero centrémonos en la historia de Totó y Mara: en un determinado momento, hace años, indignados por la ausencia de políticas públicas en la región…
Antes una pausa: Totó, cuyo nombre es João Gomes da Costa y tiene 47 años, mira en el espejo retrovisor y ve un gran coche blanco que se adelanta. Después de adelantar nuestro auto, disminuye la velocidad. Luego acelera bruscamente para desaparecer en el horizonte. Mara, abreviatura de Aldemara Ferreira de Jesús, de 37 años, se da cuenta de que el letrero del coche era de Santarém.
…Indignados por la ausencia de políticas públicas; con los retrasos salariales de profesores y profesionales de la salud; con el mal estado de las carretera; en resumen, con un paquete completo de indignaciones: el pueblo decidió bloquear la carretera que da acceso a la ciudad. Y eso porque el alcalde se negó en varias ocasiones a dialogar -incluso expulsó a Totó y Mara de las reuniones- demostrando un extremo desinterés por el pueblo, como prueba el hecho de que la población, para ser oída, tuvo que bloquear la carretera.
Una multitud de trabajadoras y trabajadores de diferentes áreas se reunieron en el lugar -había trabajadoras y trabajadores rurales, organizados por el sindicato, también profesores y profesionales de la salud, barrenderos, representantes de la iglesia, todos juntos – rápidamente el alcalde y sus secretarios, así como el el juez, se presentaron, organizando una reunión en el Ayuntamiento ese mismo día. Se acordó que solo 50 representantes de la sociedad civil podrían participar y presentar sus demandas. Vale.
Antes de entrar en la reunión, las 50 personas “invitadas” tuvieron que pasar por una minuciosa revisión policial. El dispositivo de seguridad se desplegló con gran exageración, llegando incluso a situaciones vergonzosas; hasta las hermanas y los sacerdotes tuvieron que ser registrados para ingresar. En el acto, el pueblo finalmente habló e, inmediatamente después, sin ninguna respuesta, expresión o incluso una leve indicación de que había prestado atención, el alcalde se retiró.
Mara y Totó salieron del Ayuntamiento para contar lo que había sucedido y se sorprendieron por la gran cantidad de personas que esperaban el resultado de la conversación, más de mil personas que obviamente no quedaron contentas con la ausencia de respuestas. Indignados, empezaron a lanzar una lluvia de huevos y tomates sobre las paredes del Ayuntamiento y los escudos los policiales. Desde un rincón, un grito desesperado, imploraba – Toto, controla a la gente, a lo que él Toto pensó – ¿Cómo? y finalmente se dirigió al alcalde y su equipo – Si alguien no está haciendo algo aquí, sois vosotros, prometisteis dialogar y no lo hicistéis, mientras tanto los huevos y tomates siguieron volando y explotando en el edificio, la multitud aumentaba su tono, hasta que el alcalde y sus secretarios reaparecieron, esta vez muy dispuestos a escuchar con atención. Una vez reanudada la reunión, finalmente hicieron acuerdos y se firmaron compromisos. Mara, en este momento ríe y nos habla – Si los trabajadores unidos fuesen capaz de entender la fuerza que tienen … no aceptarían poca cosa de nadie.
Persecución y amenazas
– Defenderse y posicionarse al lado de los pobres tiene una consecuencia, dice Totó, y él lo sabe bien: se preocupa por las amenazas que recibe, se preocupa, sobre todo, por su hija y hijo. Respiró unos segundos y dijo – Sí, tengo miedo, perdemos nuestra libertad. Pienso en mis horarios y los de mis hijos, estoy atento a cualquier cosa que sea diferente, pienso en que puede pasar cuando llego a casa, si hay una emboscada. Pero su sueño sigue tranquilo, nos garantiza – Tenemos la conciencia tranquila, aunque siempre atenta y preocupada.
Preocupación que Mara comparte, cuando su hija pregunta – Mamá, ¿qué están diciendo sobre ti en Facebook?, explicar a una niña lo que está ocurriendo es complicado, complejo, agotador y grave, sobretodo porque muchas veces las amenazas provienen del propio Estado, representado por los hombres uniformados que deberían proteger a todos. Totó informa que recibió llamadas con amenazas policiales, que decían – Estamos con tal hacendero, citando el nombre con la intención de intimidarle. El mensaje es claro – Donde pensaba que encontraría alguna protección, no la tengo. Se queja y reza, confía en Dios: y para algunos, ante la negligencia del Estado, solo queda la protección divina que sólo se torna útil cuando se agrega la fuerza y la unión de los trabajadores.
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Lea también las partes 2, 3 y 4 de la introducción:
Parte 2: ¿Quién se ve favorecido con las respuestas de Bolsonaro a los incendios?
Parte 3: El “ganar-ganar” de las empresas con la financiarización de la naturaleza
Parte 4: Por fin, ¿quién está detrás de estos crímenes?
Y las historias
– El asedio explicado en un mapa
– Un puerto atrapado por el río
– Antes de que el puerto llegue (si llega), ya han llegado los impactos
– Centro de sanidad y escuela quilombola: la lucha cambia la vida
– Curuaúna por un lado, soja. Del otro, más soja
– El rostro impreso en la camisa
– La noche de las motos
– [usted está aquí] Con organización, todos lo luchan